Oaxaca a través de sus pintores

Francisco Toledo, Rufino Tamayo y Sergio Hernández han logrado captar la esencia de Oaxaca y de México, y regalarla a todo el mundo, elevando su cultura y sus tradiciones.

Por María Galland
10 de septiembre 2025

Tierra de colores vibrantes, tradiciones profundas y paisajes impresionantes, así es Oaxaca, una fuente de inspiración para artistas de todo el mundo. Sin embargo, son los pintores oaxaqueños quienes han capturado y transformado la esencia de su tierra natal en lienzos que hablan de historia, cultura y alma.

FRANCISCO TOLEDO, GUARDIÁN DE LA IDENTIDAD OAXAQUEÑA

Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, lo vio nacer y es una figura monumental en el arte mexicano y un defensor incansable de la cultura oaxaqueña. Conocido por su habilidad para combinar elementos de la mitología zapoteca con una visión moderna y experimental, Toledo, creó un lenguaje visual único que resonó tanto en su país como en el extranjero.

Su obra, que abarca pintura, escultura, cerámica y gráfica, es un reflejo de su compromiso con la preservación de la cultura y las tradiciones de su estado. Francisco Toledo fue también un activista cultural, fundando instituciones como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, espacios que han fomentado el desarrollo artístico y cultural en la región.

Toledo no solo pintó Oaxaca; luchó por ella. Su legado trasciende en obras como “Vaca Mala” (1971), donde muestra la naturalidad a través de las formas del mamífero, o “Autorretrato saludando” (1992), una de sus primeras incursiones a esta técnica y que realizó a lo largo de su vida, inspirado en el trabajo de autorretratos que el pintor neerlandés, Rembrandt, hiciera.

RUFINO TAMAYO, EL COLORISTA UNIVERSAL

Reconocido por su capacidad para fusionar la iconografía mexicana con técnicas modernas, pasó gran parte de su vida en la Ciudad de México y en el extranjero. Tamayo, nunca perdió su conexión con Oaxaca y esta influencia se refleja claramente en su búsqueda estética anclada en las raíces del México indígena.

Los colores, la luz y los materiales, caracterizaron toda su obra plástica. Tamayo, pensaba que la pintura debía nacer de una exploración incansable y estar en abierta comunicación con todo lo que afecta a las demás actividades humanas y a la realidad. Desde sus mercados bulliciosos hasta sus cielos inmensos.

Rufino del Carmen Arellanes Tamayo, su nombre completo, también contribuyó al mundo del arte a través de su legado educativo y cultural, estableciendo el Museo de Arte Prehispánico Rufino Tamayo, en Oaxaca, un espacio dedicado a su gran deseo por dar a conocer la obra del México antiguo, donde se pueden observar tres épocas del arte mexicano: la prehispánica, la virreinal y una selección del artista moderno, además de fundar el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, en Ciudad de México.

Entre las obras más representativas y que lo hicieron acreedor a infinidad de premios están: “Naturaleza Muerta” (1954), conocida por las famosas rebanadas de sandías junto a dos botellas que se pueden encontrar en el Museo Soumaya o “Dualidad” (1964) posiblemente una de sus más grandes obras, que muestra en una dualidad de luz y oscuridad escenas prehispánicas referente a los dioses de la cosmogonía náhuatl y que se exhibe en el Museo de Antropología e Historia.

SERGIO HERNÁNDEZ, LA VOZ DE LA MITOLOGÍA

Conocido por su habilidad para entrelazar elementos mitológicos y simbólicos en su obra, Sergio Hernández, nacido en Huajuapan de León, ha desarrollado un estilo que combina la abstracción con una rica iconografía inspirada en las leyendas y la naturaleza oaxaqueña.

Hernández ha explorado la escultura y el grabado, ampliando su lenguaje artístico y su capacidad para capturar la esencia de Oaxaca en múltiples formas. Entre sus obras más emblemáticas están el mural “En Vilo” (1984), que actualmente se encuentra en la Biblioteca Jesús Reyes Heroles, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, está basado en la novela del historiador don Luis González y González, que se refiere a la conquista española.

La obra del pintor Sergio Hernández trasciende los procesos creativos, las técnicas, los materiales y los soportes. Como un escritor frente al papel en blanco, el artista también reta la inmensidad del lienzo sin color, una suerte de juego entre el tiempo, el espacio, la fortuna y la voluntad. Algunos de sus trabajos, también se pueden ver en el Antiguo Colegio de San Ildefonso y en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.

Francisco Toledo, Rufino Tamayo y Sergio Hernández han logrado captar la esencia de Oaxaca y de México, y regalarla a todo el mundo, elevando su cultura, sus tradiciones, invitándonos a explorar, comprender y celebrar la riqueza de su tierra, un lugar donde el arte es vida y la vida es arte. 

Sobre el autor:
María Galland
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